Los archivos Históricos Provinciales españoles en Internet

Los archivos históricos provinciales españoles tienen la función de recoger la documentación generada a lo largo del tiempo por diversas instituciones de su ámbito territorial. Son archivos bastante recientes dado que la provincia nace en 1833, a partir de la revolución liberal, y no es hasta 1931, que aparecen los 14 primeros y luego, hasta 1970 no se crean los siguientes 22.

Hoy todas las provincias españolas cuentan con un Archivo Histórico salvo Barcelona, cuyos fondos se custodian en el Archivo de la Corona de Aragón, Valencia (Archivo del Reino de Valencia), Navarra (Archivo Real y General de Navarra) y Galicia (Archivo del Reino de Galicia).  

El fondo inicial fueron los protocolos notariales y a partir de 1947 se estableció la recogida de la documentación histórica de las Audiencias, los Juzgados, las delegaciones de Hacienda y otras dependencias oficiales de la provincia ( y otros fondos no oficiales que lo solicitaran). Más tarde llegaron las Contadurías de Hipotecas. Y es que aunque su creación data de la Edad Contemporánea, su documentación abarca desde la Alta Edad Media hasta nuestros días.

Actualmente su gestión está a cargo de las Comunidades Autónomas.

Son un recurso indispensable para la genealogía pero sobre todo para la Historia Familiar ya que conservan documentos que nos cuentan momentos interesantes y relevantes de la vida de nuestros antepasados: archivos judiciales, pleitos civiles, expedientes de responsabilidades políticas (Guerra Civil), y otras muchas series documentales de distinto tipo. Pueden conservar también documentación histórica de archivos municipales entre otros muchos fondos que incluyen: documentación de empresas, familias, personas, fotografías, mapas… con información que nos permitirá enriquecer nuestro arbol genealógico y las biografias de algunos de nuestros antepasados más lejanos.

En los últimos años, muchos de estos archivos están inmersos en un proceso de digitalización que incluye el acceso a sus catálogos a través de buscadores y la posibilidad de consultar muchos de sus fondos desde nuestra propia casa. Una posibilidad que interesará especialmente a los que buscan información desde lugares más o menos lejanos a su sede física.

PROVINCIAWEBBUSCADORCUADRO DE CLASIFICACION
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Albaceteinfover
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Almeríainfobuscarver
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Badajozinfobuscarver
Barcelona (ACA)infobuscarver
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La Coruña (A.Reino de Galicia)infobuscarver
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Guipúzcoainfobuscarver
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Huescainfobuscarver
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Leóninfobuscarver
Léridainfobuscarver
Lugoinfobuscarver
Madrid (Archivo Regional)infobuscarver
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Mallorca (A. Reino de Mallorca)infover
Murcia (A. General de la Región)infobuscarver
Navarra (A. Real y General de Navarra)infobuscarver
Orenseinfobuscarver
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Salamancainfobuscarver
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Valencia (A. del Reino de Valencia)infover
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Tu familia y la Primera Guerra Mundial

Cadáveres de soldados del ejército italiano yacen inertes en una trinchera en Austria-Hungría. Wikimedia Commons.

A las 11 de la mañana del 11 de noviembre de 1918 acabó oficialmente la Primera Guerra Mundial. Tras la rendición del Imperio alemán y las potencias centrales, los aliados (el Reino Unido, Francia, Italia, Estados Unidos y otros países) salieron oficialmente victoriosos de un conflicto que había durado cuatro largos años. El coste de la victoria fue terrible, no sólo en términos económicos, sino en pérdidas humanas. Hoy en día se calcula que fallecieron unos 8,5 millones de soldados y más de 13,5 millones de civiles, lo cual convierte la Primera Guerra Mundial en el conflicto bélico más sangriento de toda la historia.

España, como todos sabemos, permaneció oficialmente neutral durante toda la contienda, aunque muchos fueron los españoles que fallecieron como consecuencia directa del conflicto, ya fuese por intercesión propia (habiéndose alistado como voluntarios en ejércitos extranjeros) o por accidente, como es el caso del compositor catalán Enrique Granados y su esposa, Amparo Gal, que fallecieron cuando el vapor en el que cruzaban el Canal de la Mancha fue torpedeado por un submarino alemán.

Esta lista, extraída de Ancestry, incluye nombres de varios españoles y latinoamericanos que fallecieron al servicio de la marina mercante británica durante la Primera Guerra Mundial.

Este jueves, como cada 11 de noviembre, varios países conmemorarán el fin de la Gran Guerra, y con motivo del armisticio, las redes sociales se suelen llenar por estas fechas de mensajes para recordar a aquellos que dieron su vida por su patria, cualquiera que fuera. En España, el 11 de noviembre es una fecha más, pero la gran mayoría de nosotros tiende a olvidar que muchos de nuestros parientes emigraron a otros países a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Muchos no regresaron jamás a España, y a todos los efectos pasaron a ser hijos adoptivos de su país de destino. Muchos de ellos consiguieron alistarse en las filas del ejército correspondiente e inevitablemente muchos fallecieron en el transcurso de la contienda.

En este artículo te ofrecemos enlaces a varias bases de datos nacionales donde podrás buscar por apellido a soldados de origen hispano que quizá estén emparentados contigo. La mayoría de dichos sitios están disponibles en otros idiomas, pero con un poco de intuición seguro que te resultará fácil llevar a cabo la búsqueda. Algunas webs de pago dedicadas a la investigación genealógica, como Ancestry, FindMyPast, etc. también contienen colecciones de documentos relacionados con soldados caídos en la Primera Guerra Mundial.

CANADÁ: Library and Archives of Canada (https://bit.ly/3wu7ZKp)

ESTADOS UNIDOS: The National WWI Museum and Memorial (https://bit.ly/3H1HC3A)

FRANCIA: Mémoire des hommes (https://bit.ly/3CWCbjZ)

ITALIA: Caduti Grande Guerra (https://bit.ly/3H0uJql)

REINO UNIDO: The National Archives (https://bit.ly/3qi4MN7)

ALEMANIA, AUSTRALIA, BÉLGICA, EJÉRCITO BRITÁNICO DE LA INDIA, REPÚBLICA CHECA…: The World Remembers (https://bit.ly/3o735Q4)

La base de datos francesa Mémore des Hommes incluye información sobre soldados de origen español.

En genealogía, ¡huye siempre de las suposiciones!

Es una premisa que nunca está de más recordar. Incluso los investigadores más veteranos ocasionalmente cometemos involuntariamente el error (a veces el gravísimo error) de presuponer un hecho sólo porque éste sea una posible solución, o incluso la solución más probable. Pero en genealogía, por mucho que nos pese, las probabilidades no valen, y mucho menos pueden sustituir una realidad o un hecho.

La genealogía no es una ciencia – o al menos, no es una ciencia exacta. Pero no por ello significa que podamos basarnos en meras probabilidades: debemos, en la medida de lo posible, ceñirnos a los hechos, a lo empíricamente demostrable, a lo que podamos respaldar con pruebas documentales (archivos) o científicas (ADN). Por ejemplo: simplemente porque un documento afirme que el padre de nuestro antepasado Ramón se llamaba José no significa que el padre de Ramón se llamara José: a lo mejor la fuente que hemos consultado está equivocada; quizá se anotó José por despiste, y realmente se llamaba de otra forma. O a lo mejor ese dato lo hemos extraído de una lista de pasajeros de cuando Ramón emigró a otro país, y afirmó que su padre se llamaba José cuando, ¡quién sabe! a lo mejor se llamaba de otra forma, o a lo mejor no estaba seguro de quién era su padre, o incluso no tenía padre reconocido…

Por eso en genealogía es importante respaldar un hecho con más de una fuente, y nunca debemos dar algo por sentado hasta que no hayamos cotejado los datos que tenemos. ¿Existen contradicciones entre las fuentes? ¿O quizá nos hemos equivocado, y las fuentes hacen alusión a dos personas de idéntico nombre? Claramente en el mismo pueblo o vecindario podían coexistir varias personas de nombre idéntico o similar.

Es frecuente que en foros de genealogía se observen comentarios en los que los foreros hayan «calculado» que los progenitores de un individuo al que buscan nacieron 25 años antes que su hijo. Esto se debe a que, de media (aunque aquí, de nuevo, habría que analizar el momento y el lugar del que se esté hablando para poder hacer semejante aseveración) se suele decir que un salto generacional tiene lugar cada 25 años. Lógicamente, en la mayor parte de los casos esto variará según nos refiramos al hijo mayor o al menor. Claramente una persona que tuvo a su primer vástago con 25 años no tenía la misma edad cuando tuvo a su décimo hijo. En resumen: la regla de los 25 años sólo puede ser tomada de forma muy orientativa.

Es frecuente que hoy en día se comparta información genealógica por doquier: redes sociales, foros, y naturalmente árboles genealógicos online. El peligro de estas prácticas es, naturalmente, que compartamos hechos sin aportar pruebas ni fuentes. Supongamos, por ejemplo, que compartimos nuestro árbol con un pariente, en el que se afirme que nuestra antepasada María nació en torno a 1675 simplemente porque tuvo un hijo en 1700. ¿Qué pruebas tenemos para afirmar algo de forma tan categórica? ¿Acaso no es posible que María hubiese nacido en 1755 – 20 años antes de la fecha que le hemos adjudicado sin ningún tipo de fundamento documental – o incluso en 1685, y que hubiese alumbrado a su hijo en cualquier momento dentro de esa amplia franja de 30 años? No sólo eso: ¿cómo vamos nosotros a evitar que quienes vean o accedan o incluso hereden nuestro árbol genealógico sepan que 1675 no es más que una simple posibilidad entre treinta y pico posibilidades? Insisto: mucho cuidado con dar por sentado un hecho sin tener pruebas específicas o al menos claramente indicativas. A veces dejar un año de nacimiento en blanco será de más ayuda que uno asumido, erróneo o falso.

A modo de ejemplo, voy a aportar un caso muy real. Durante años me resultó imposible encontrar la partida de bautismo de mi antepasado José Benito. Sabía que había fallecido en 1850, aunque la partida de enterramiento no especificaba su edad. También sabía por su partida de matrimonio que ya era viudo cuando se casó con mi antepasada Joaquina en 1837. Joaquina había nacido en 1816, pero del bautismo de su marido no había ni rastro. Sólo fue cuando encontré la partida de matrimonio de José Benito y su primera mujer, celebrado en 1817, que comprendí que José Benito tenía que ser forzosamente bastante mayor que su segunda esposa. Remontándome años atrás pude finalmente encontrar la fe de bautismo, fechada en 1783, o lo que es lo mismo, casi 30 años antes de la fecha en la que había asumido que había nacido. En resumidas cuentas, José Benito resultó tener la misma edad que sus suegros, no que su segunda esposa. ¿Cómo podría yo justificar, sin pruebas a las que atenerme, que José Benito había nacido «25 años» antes que sus hijos, cuando la realidad me ha demostrado que realmente superaba los 50?

Insisto: en genealogía, las suposiciones no son válidas, y salvo que tengamos un documento (o mejor, varios documentos) que indiquen un dato concreto, es mejor dejar ese dato en blanco a arriesgarse a caer en una posible trampa ancestral.

Prueba nuestra plantilla y apúntate a #MyColourfulAncestry!

Hoy os traemos una plantilla descargable para que podáis crear un árbol genealógico muy original. La idea no es nuestra (de hecho, se hizo viral hace unos cinco años), pero su versatilidad y su simplicidad nos tienen prendados. Nos referimos, por supuesto, al #MyColourfulAncestry, una plantilla que ha sido ampliamente difundida por las redes y que puede ser adaptada por cualquier, dependiendo del uso que se le quiera dar.

La plantilla en sí es muy simple: basada en una tabla Excel y empezando por la generación más reciente, el «árbol» se remonta cuatro generaciones hacia atrás (es decir, es un árbol ascendente en el que no tienen cabida las ramas colaterales). Pero su propósito tampoco es representar un árbol ascendente tradicional, con nombres, apellidos, fechas de nacimiento, matrimonio y defunción (y demás datos que todos estamos acostumbrados a ver). El objetivo es que cada uno lo utilice para representar una serie de datos que haga fácil analizar, visualizar y comparar los hechos que en él se representan. Por ejemplo, supongamos que queremos desplegar el país donde nacimos nosotros, nuestros padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. Si en las últimas cinco generaciones hay varios países, a cada uno le asignaremos un color, lo cual nos permitirá ver cuáles de nuestros ancestros eran del mismo país de origen. El color que le asignemos a cada valor es, en sí, irrelevante, pero sí es necesario darle el mismo color a las casillas que contengan el mismo dato, lo cual nos ayudará a entender el propósito del árbol.

Y como una imagen vale más que mil palabras, os enseñamos tres ejemplos que hemos realizado utilizando dicha plantilla. Vosotros también podéis utilizar la plantilla para representar los valores que queráis. Simplemente descargaos la plantilla a través de este link y coloread y rellenad los datos como os convenga.

Recordad que podéis enseñarnos vuestros árboles a través de Twitter y Facebook. No olvidéis etiquetarnos y usar los hashtags #RevistaDescendientes y #MyColourfulAncestry.

En el siguiente ejemplo hemos representado la provincia donde nacieron un individuo, sus padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. A cada provincia le hemos asignado un color, de manera que podemos observar fácilmente de cuántos lugares distintos proceden los antepasados más recientes de esta persona, y cuáles de ellos procedían de la misma provincia.

En este otro ejemplo os mostramos la misma idea, pero en este caso analizando la causa de defunción de cada individuo, que puede ser útil para observar patrones repetitivos a través de una rama específica de nuestra familia. Observemos que los colores varían según el dato que contenga cada casilla.

Otra utilidad que le hemos dado en este ejemplo es analizar la profesión de cada individuo. de nuevo, podemos observar que en algunas ramas algunas profesiones se pasan de padre a hijo, mientras que otras aparecen en una o varias ocasiones.

Se anuncia la próxima digitalización del archivo histórico del Cementerio de la Almudena

Vista aérea de la entrada principal del Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena. Fuente.

Gracias a un convenio firmado entre Servicios Funerarios de Madrid (SFM) y la organización no-gubernamental estadounidense FamilySearch, se ha acordado que ésta digitalizará los legajos y registros de fichas de fallecidos y libros de enterramientos que desde 1884 se conservan en el cementerio de la Almudena de Madrid (España). Dicho proyecto, que comenzará en las próximas semanas, contará con el apoyo de un equipo legal, documental y tecnológico de la SFM, quienes supervisarán el trabajo para así garantizar la calidad de las digitalizaciones, el correcto tratamiento de la documentación original, y velar por la seguridad, honor, intimidad, derechos de imagen y la propiedad intelectual de los mismos.

Gracias a este proyecto los usuarios de FamilySearch (página de suscripción gratuita) podrán consultar de manera rápida y sencilla los datos de quienes fueron enterrados en dicho cementerio, permitiéndoles así basar sus investigaciones en documentos históricos contemporáneos.

La Almudena es la principal necrópolis de la capital española, y con sus 120 hectáreas de superficie, constituye uno de los cementerios más grandes de Europa. Además de su camposanto católico original, también alberga el Cementerio Civil y el Cementerio hebreo de Madrid, este último instituido en 1922.

En dicho complejo yacen en la actualidad los restos de miles de personas, entre las que se cuentan personajes célebres de la historia y la cultura de España, como el político Niceto Alcalá-Zamora, el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, el poeta Manuel machado o la actriz Lina Morgan.

La organización FamilySearch fue fundada en 1894, siendo gestionada por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (comúnmente conocidos como Mormones), y actualmente alberga más de 5.700 millones de imágenes digitales procedentes de todo el planeta.

¿Conoces ya el #RussianDollChallenge?

El próximo domingo los españoles celebraremos el Día de la Madre, y por ese motivo os traemos una idea con la que podréis no sólo sorprender a vuestras madres, sino involucrar a toda vuestra familia para indagar juntos en vuestro árbol genealógico.

Hace un tiempo, Daniel, uno de los cofundadores de Revista Descendientes, lanzó en las redes sociales el #RussianDollChallenge (Russian doll es el término con el que se conocen en inglés las famosas muñecas rusas o matrioshkas), una original iniciativa para que todos podamos recordar y honrar nuestro linaje femenino. La singularidad de las muñecas rusas, como todos sabréis, radica en que estas figuras de madera son huecas, y cada una contiene dentro una nueva muñeca de menor tamaño, que a su vez contendrá otra más pequeña que la anterior, y así sucesivamente, hasta llegar a la última.

Muñecas rusas, o matryoshkas. Imagen propiedad del autor.

Haciendo uso de esta analogía, con el objetivo de recordar a las mujeres que nos han precedido en nuestra historia familiar, Daniel propuso un reto a sus seguidores: intentar ver hasta quién, dónde y cuándo somos capaces de llegar si seguimos nuestra línea genealógica materna, es decir, el linaje matrilineal desde nosotros mismos a nuestra madre, luego a nuestra abuela materna, nuestra bisabuela, nuestra tatarabuela, la madre de ésta, y así sucesivamente…

El propósito de este entretenido reto no es otro que recalcar la importancia que han tenido las madres, y por extensión las mujeres, en nuestra historia personal, no sólo desde un punto de vista afectivo y familiar, sino también desde un punto de vista social, histórico y, por supuesto, genético. Después de todo, es a través de nuestra línea femenina directa que heredamos el ADN mitocondrial, una herramienta extremadamente útil que puede servirnos para averiguar si estamos emparentados con alguien por línea femenina directa e ininterrumpida. De hecho, ¿sabías que el ADN mitocondrial del difunto Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, fue utilizado para corroborar que los restos óseos encontrados en Siberia en los años noventa del siglo pasado pertenecían a Nicolás II de Rusia y su familia? Y es que la esposa de Nicolás II, la zarina Alejandra, era hija de la tía materna del Duque de Edimburgo, por lo que tanto él como la zarina y sus hijos habrían compartido el mismo ADN mitocondrial – hecho que así fue corroborado gracias a la extracción de ADN mitocondrial, lo cual conllevó a la identificación positiva de los huesos.

El ADN mitocondrial del difunto Duque de Edimburgo se usó hace años para verificar si los restos óseos encontrados en Siberia pertenecían efectivamente a la familia del último zar de Rusia. Imagen: Daily Express.

Histórica y socialmente la Humanidad ha tendido a relegar a la mujer a un plano secundario, tanto en el ámbito público como en el privado. Esto se refleja en muchos de los documentos con los que nosotros, los investigadores, tratamos día a día. ¿Cuántos legajos hemos manipulado en los que se omite el apellido e incluso el nombre de la esposa? En el Catastro de la Ensenada, por ejemplo, observaremos que se tiende a citar a muchos más hombres que mujeres, si bien comparativamente el número entre unos y otras debía de ser bastante más equilibrado. Es más, en algunos países, sobre todo de habla inglesa, hasta hace poco las mujeres tendían invariablemente a tomar el apellido del marido, que en cierta manera puede entenderse como el sacrificio de su propia identidad personal y familiar a favor de la de su esposo. Y ya no digamos las partidas matrimoniales en Inglaterra y Gales, por ejemplo, que citan el nombre de los padres de los cónyuges, pero omiten mencionar a las madres…

Según el propio Daniel: «A través del #RussianDollChallenge se pretende recuperar la identidad de la línea femenina que todos llevamos en nuestro ADN y en nuestro psique familiar». En principio, investigar nuestra línea femenina puede parecer una tarea relativamente fácil; basta con ir siguiendo la línea de nuestra madre, de nuestra abuela materna, y así sucesivamente… Pero en cuestión de cinco, seis o siete generaciones, muchos de nosotros nos toparemos con el problema de que los documentos simplemente no hacen alusión a la madre, o bien somos incapaces de encontrar el documento que pruebe la identidad de la generación anterior. Y ese es un problema con el que cualquiera se puede encontrar. ¡Hasta la mismísima Reina de Inglaterra! Aunque eminentemente aristocrática, documentalmente sólo es posible probar la línea femenina ascendiente de Su Británica Majestad hasta la sexta generación, como demuestra la siguiente correlación:

Isabel II (1926-) → Elizabeth Bowes-Lyon (1900-2002) → Nina Cecilia Cavendish-Bentinck (1862-?) → Caroline Burnaby (1832-1918) → Anne Caroline Salisbury (1805-1881) → Frances Webb (1775-1862) → Mary Garritt (?)

¿Y tú? ¿Hasta qué generación eres capaz de llegar, probando documentalmente tu línea ascendiente femenina? ¿A qué esperas para enfrentarte a tu propio reto familiar? Honra hoy a tus antepasadas con el #RussianDollChallenge.

Muñecas rusas, fuente de espiración para el #RussianDollChallenge. Imagen propiedad del autor.

Genealogía y Heráldica

¿Has llegado al mundo de la investigación genealógica buscando el escudo de tu apellido? No te preocupes, no estás solo. Muchos también nos dejamos atraer en algún momento por los cantos de sirena: lo importante es rectificar a tiempo.

¿Todavía estás empeñado en encontrar la descripción exacta del escudo de tu apellido y su solar de origen en gruesos volúmenes de heráldica? Sigue leyendo.

La heráldica tiene su origen en la Edad Media y su función inicial era distinguir, en el fragor de la batalla -más tarde en los torneos- a unos caballeros de otros, irreconocibles con sus armaduras completas. Por tanto, inicialmente era una forma de identificación personal que posteriormente evolucionó hasta adquirir otros usos.

Muy pronto se transformó en un símbolo de linaje. El escudo del caballero que lo inicia es adoptado por sus descendientes en un determinado momento, como símbolo de estatus, y va siendo heredado por las sucesivas generaciones (en concreto por la rama principal, es decir, la primogénita o la línea recta de varón). El resto de ramas suelen adoptar variantes o escudos distintos que se adecúen más a su historia o a sus gustos.

La representación gráfica de la heráldica irá evolucionando y haciéndose más compleja. Desde muy pronto, el campo del escudo se va a dividir en «cuarteles» para representar las uniones de linajes. Por todo esto, la heráldica es una fuente importante para la reconstrucción de los linajes.

Ya vamos teniendo varios elementos que ayudan a matizar el asunto de la heráldica: su origen como elemento de identificación personal y su evolución como elemento identificador del linaje. No de un apellido, que en aquel momento no existía tal y como hoy lo conocemos, sino más bien de una familia.  Una familia que va a tener un origen aristocrático, desde infanzones o hidalgos a Grandes de España, incluyendo, por supuesto, a las familias reales. También van a adoptar la heráldica en algún momento entidades, gremios e instituciones y también los altos cargos eclesiásticos. La posesión de un blasón, que solía colocarse en un lugar visible, estaba regulada y era prueba de la pertenencia a uno de estos grupos privilegiados. Por tanto, nuestros antepasados del estado llano nunca tuvieron un escudo, y si hubieran intentado apropiarse de uno habrían sido denunciados.

En resumen, apellidarse Borbón, por poner un ejemplo muy claro, no implica que tu escudo sea el de la familia real española o el de alguna de sus múltiples ramas. De hecho, Borbón es un apellido toponímico que, además de los miembros de la Casa Real o de algunas familias aristocráticas, tiene mucha gente con origen lejano en ese lugar y que nunca pertenecieron a un linaje aristocrático, y mucho menos poseyeron armas heráldicas.

¿Podría alguno de esos escudos existentes formar parte de la historia de tu familia? Es bastante difícil, pero, si fuera así, la única manera de saberlo es, ¡oh sorpresa!, iniciando una investigación genealógica. Y siempre, recuerda, hecha con método y bien documentada.

Como utilizar la información de Internet

Un día decides empezar tu árbol familiar y, por supuesto, lo haces metiéndote en páginas populares como MyHeritage o FamilySearch, que contienen una gran cantidad de datos indizados. Pero ¿te has preguntado de dónde provienen estos datos? ¿Quién los ha puesto ahí? ¿Cómo? No, no vamos a criticar el valor de estas páginas ni sus contenidos; al contrario, pero vamos a matizar un poco el valor de esa información entendiendo lo que son las fuentes primarias y secundarias, y cómo debemos manejarlas.

Una fuente es un documento, testimonio u objeto que nos transmite una información.

  • Fuente primaria: La que se hizo en el momento en el que ocurrió el hecho. Para nosotros, las partidas de bautismo, matrimonio o defunción son ejemplos de fuentes primarias.
  • Fuente secundaria: Está hecha a partir de las primarias tiempo después que éstas. Las ha hecho una persona que ha seleccionado esas fuentes primarias para extraer de ellas cierta información o realizar un trabajo académico, etc. (y en este etc. se incluyen ¡sí! los árboles genealógicos).

¿Qué pasa durante ese proceso? Pues que esa persona ha seleccionado la información que necesitaba, se ha podido equivocar al trasladar esa información o al emitir sus juicios. Por eso, si con las fuentes primarias hay que actuar con mucho sentido crítico (porque también al hacerse han intervenido muchos factores) con las fuentes secundarias mucho más.

¿Cómo sabemos que al hacer su árbol genealógico, una persona a decidido obviar cosas que no le interesaban y añadir otras que sí, aunque no sean ciertas o no estén del todo comprobadas? Un ejemplo de esto son los árboles genealógicos nobiliarios – y aquí meto lo que encontramos en Internet pero también los que se guardan en la Biblioteca Nacional – que muchas veces son resultado de intereses particulares, porque aquéllos se encargaban para demostrar parentescos o prestigios que no eran del todo ciertos (a veces sin el “del todo”).  

Esto se puede aplicar a todo tipo de fuentes secundarias. Por mucho cuidado, método y objetividad que se haya empleado en un artículo, libro, tesis… es necesario no sólo hacer una lectura crítica, sino también contrastar las fuentes empleadas. En ello va la veracidad de nuestra propia historia familiar.

Sea cual sea ese documento que has encontrado que habla supuestamente de tu genealogía:

  • 1º ¿Es una fuente primaria o secundaria? En el caso de la documentación digitalizada, se trataría de fuentes primarias.
  • 2º ¿Quién la ha creado? ¿Cuándo? ¿Por qué? Estas son sólo las primeras preguntas que has de hacerte.
  • 3º ¿De dónde ha sacado la información? ¿Menciona cuáles son sus fuentes? ¿Son esas fuentes primarias o secundarias?
  • 4º Intenta acceder a esas fuentes primarias para ver si la información está correctamente tratada. En FamilySearch, por ejemplo, en muchas ocasiones esto es fácil de contrastar ya que se puede ver el documento digitalizado. En otras ocasiones esto requerirá desplazarse o lograr que alguien lo haga por ti. Si consigues acceder a esas fuentes primarias, tienes que mirarlas también con sentido crítico, haciéndote las mismas preguntas que en el punto 2º.

Simplemente con tener estos conceptos claros y seguir estos sencillos consejos, verás cómo tu investigación genealógica mejora considerablemente. No importa si esa información la has obtenido de una publicación o de una página web.

FamilySearch lanza una nueva página para orientar a sus usuarios

FamilySearch acaba de lanzar una nueva sección en su página a modo de guía para no perderse entre todo el contenido de su web, así como en lo referente a los servicios que están a disposición de sus usuarios. La página, disponible en varios idiomas (incluido en castellano) incluye información sobre cómo y dónde se pueden visitar un Centro de Historia Familiar, qué colecciones están disponibles, horarios de apertura e incluso cómo reservar consultas gratuitas de 20 minutos de duración con sus expertos.

Para visitar dicha sección sigue este enlace.

¿Conoces ya los nuevos grupos genéticos de MyHeritage?

El pasado diciembre MyHeritage DNA anunció que el número de grupos étnicos identificados a través de sus análisis genéticos ascendería a 2114 regiones geográficas. Este hito en la historia genética de esta empresa significa que, además de las 42 regiones que ya podíamos observar en nuestros resultados de ADN con MyHeritage, los resultados de cualquier usuario serán mucho más específicos a partir de ahora.

Fuente: MyHeritage Blog

Cualquiera que se haya sometido a una prueba de ADN con MyHeritage, ya sea recientemente o en el pasado, verá que sus resultados se habrán actualizado para reflejar los grupos genéticos identificados a través de las nuevas regiones geográficas. Por ejemplo, donde antes alguien con antepasados de la Península Ibérica habría observado que pertenecía al grupo étnico «ibérico», ahora podrá averiguar de cuál de las 154 zonas en España y Portugal que ha identificado MyHeritage procedían concretamente sus antepasados.

Los usuarios de MyHeritage también podrán aprender sobre la historia de sus antepasados gracias a la ficha individual de cada grupo étnico, que contiene información sobre los flujos migratorios propios de esa zona, de qué región solían proceder sus habitantes, los nombres y apellidos más comunes dentro de esos grupos sociales, y con qué otros grupos genéticos guardan algún tipo de afinidad.

Si ya te has sometido a una prueba de ADN con MyHeritage, te invitamos a que vuelvas a consultar tus resultados genéticos, ¡y no olvides contarnos qué novedades has descubierto!

Fuente: MyHeritage Blog