Como utilizar la información de Internet

Un día decides empezar tu árbol familiar y, por supuesto, lo haces metiéndote en páginas populares como MyHeritage o FamilySearch, que contienen una gran cantidad de datos indizados. Pero ¿te has preguntado de dónde provienen estos datos? ¿Quién los ha puesto ahí? ¿Cómo? No, no vamos a criticar el valor de estas páginas ni sus contenidos; al contrario, pero vamos a matizar un poco el valor de esa información entendiendo lo que son las fuentes primarias y secundarias, y cómo debemos manejarlas.

Una fuente es un documento, testimonio u objeto que nos transmite una información.

  • Fuente primaria: La que se hizo en el momento en el que ocurrió el hecho. Para nosotros, las partidas de bautismo, matrimonio o defunción son ejemplos de fuentes primarias.
  • Fuente secundaria: Está hecha a partir de las primarias tiempo después que éstas. Las ha hecho una persona que ha seleccionado esas fuentes primarias para extraer de ellas cierta información o realizar un trabajo académico, etc. (y en este etc. se incluyen ¡sí! los árboles genealógicos).

¿Qué pasa durante ese proceso? Pues que esa persona ha seleccionado la información que necesitaba, se ha podido equivocar al trasladar esa información o al emitir sus juicios. Por eso, si con las fuentes primarias hay que actuar con mucho sentido crítico (porque también al hacerse han intervenido muchos factores) con las fuentes secundarias mucho más.

¿Cómo sabemos que al hacer su árbol genealógico, una persona a decidido obviar cosas que no le interesaban y añadir otras que sí, aunque no sean ciertas o no estén del todo comprobadas? Un ejemplo de esto son los árboles genealógicos nobiliarios – y aquí meto lo que encontramos en Internet pero también los que se guardan en la Biblioteca Nacional – que muchas veces son resultado de intereses particulares, porque aquéllos se encargaban para demostrar parentescos o prestigios que no eran del todo ciertos (a veces sin el “del todo”).  

Esto se puede aplicar a todo tipo de fuentes secundarias. Por mucho cuidado, método y objetividad que se haya empleado en un artículo, libro, tesis… es necesario no sólo hacer una lectura crítica, sino también contrastar las fuentes empleadas. En ello va la veracidad de nuestra propia historia familiar.

Sea cual sea ese documento que has encontrado que habla supuestamente de tu genealogía:

  • 1º ¿Es una fuente primaria o secundaria? En el caso de la documentación digitalizada, se trataría de fuentes primarias.
  • 2º ¿Quién la ha creado? ¿Cuándo? ¿Por qué? Estas son sólo las primeras preguntas que has de hacerte.
  • 3º ¿De dónde ha sacado la información? ¿Menciona cuáles son sus fuentes? ¿Son esas fuentes primarias o secundarias?
  • 4º Intenta acceder a esas fuentes primarias para ver si la información está correctamente tratada. En FamilySearch, por ejemplo, en muchas ocasiones esto es fácil de contrastar ya que se puede ver el documento digitalizado. En otras ocasiones esto requerirá desplazarse o lograr que alguien lo haga por ti. Si consigues acceder a esas fuentes primarias, tienes que mirarlas también con sentido crítico, haciéndote las mismas preguntas que en el punto 2º.

Simplemente con tener estos conceptos claros y seguir estos sencillos consejos, verás cómo tu investigación genealógica mejora considerablemente. No importa si esa información la has obtenido de una publicación o de una página web.

Publicado por Inma de Ratia

Licenciada en Historia. Genealogista. Cronista Familiar.

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